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El trabajo sexual siempre significó resistencia
Por Emiliano Marcelo Clerici
Existe un dicho popular, muy repetido por todxs, que “la protituición es el más viejo de los oficios”. De la misma manera, también empujamos a lxs trabajadorxs sexuales a los márgenes de la sociedad. Pero qué pasa cuando son las trabajadoras sexuales las que hacen historia.
Para ponerlos en contexto, entre 1920 y 1922, nuestro país vivió una de las épocas más oscuras del siglo XX. Se trata de los sucesos conocidos como Patagonia Rebelde, o Trágica si consideramos el terrible desenlace. En esos años, se desarrollaron una serie de masivas huelgas de trabajadores rurales y obreros en la provincia de Santa Cruz. Las revueltas fueron fuertemente reprimidas por el Ejército Argentino, siguiendo las órdenes del presidente Hipólito Yrigoyen, con un saldo final de entre 1000 y 1600 trabajadores asesinados y fusilados.
En ese mismo contexto, el 17 de febrero de 1922, en la ciudad de Puerto de San Julián de la misma provincia,los soldados pretendían festejar la recién ocurrida victoria del ejército sobre los huelguistas, en el local de La Catalana. Éste tipo de prácticas era habitual en las Fuerzas Armadas, dado que era habitual exigir que las prostitutas atendieran a los oficiales en fechas importantes, como las fechas patrias. La recepción dentro del prostíbulo fue muy diferente a la esperada.
En el burdel de Paulina Rovira, las trabajadoras decidieron no atender a los oficiales. Consuelo García de 29 años, Ángela Fortunato de 31 años, Amalia Rodríguez de 26 años, María Juliache de 28 años y Maud Foster de 31 años; eligieron no servir a los hombres responsables de la masacre de los trabajadores. Ante esta negativa, los uniformados intentaron ingresar por la fuerza, pero se encontraron con una nueva oposición.Las cinco mujeres, armadas con escobas y palos, les impidieron el ingreso, entre gritos de “con asesinos no nos acostaremos”.
Después del altercado, interviene el comisario de San Julián que se lleva detenidas a las cinco pupilas, junto con los tres músicos que trabajan allí. Los hombres son rápidamente liberados, pero las mujeres son arrojadas al calabozo, por motivo de “insultar el uniforme militar » .Eso no terminó ahí. Las cinco mujeres permanecieron en un calabozo muy pequeño y cada dos horas les tiraban baldes de agua fría para que no durmieran, las torturaron brutalmente. Estuvieron varios días ahí tiradas y finalmente fueron expulsadas de San Julián. El caso fue ocultado por no ensuciar el nombre del Ejército.
Los hechos fueron relatados en el capítulo “La inesperada derrota de los vencedores” del tomo II de Los vengadores de la Patagonia trágica, más conocido como La Patagonia Rebelde del historiador argentino Osvaldo Bayer, publicado en 1972.
En 2020, la artista visual patagónica Bettina Muruzábal expone en el Centro Cultural Kirchner su instalación “Lenguas de Fuego”, una obra que homenajea el caso y a las cinco mujeres que se opusieron a atender a los “asesinos”. La obra está compuesta por las fotos de las mujeres y sus nombres, escobas y palos.
Hoy, 101 años después de la “rebelión de las putas”, queremos recordar a esas mujeres que se mantuvieron firmes en su decisión y que se negaron a trabajar para los responsables de la matanza de trabajadores.